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Conocida en la prehistoria, mencionada por Homero hacia el año 750 a.C., y por Hesíodo hacia el 700 a.C..
Las Pléyades se encuentran entre esos objetos que son conocidos desde las épocas más remotas.
Al menos 6 de sus estrellas son visibles a simple vista, mientras que en condiciones moderadas este número aumenta hasta 9, y bajo cielos oscuros y limpios salta hasta más de una docena (Veherenberg, en su Atlas de Esplendores del Cielo Profundo, menciona que en 1579, mucho antes de la invención del telescopio, el astrónomo Moestlin dibujó correctamente 11 estrellas de las Pléyades, mientras que Kepler menciona observaciones de hasta 14).
Los modernos métodos de observación han revelado que al menos 500, en su mayor parte estrellas muy débiles, pertenecen al cúmulo estelar de las Pléyades, diseminadas a lo largo de un campo de unos 2 grados (cuatro veces el tamaño de la Luna). Su densidad es bastante baja, comparada con la de otros cúmulos abiertos. Esta es una razón por la cual la expectativa de vida del cúmulo es también bastante baja (véase más abajo).
Según Kenneth Glyn Jones, las referencias más antiguas conocidas de este cúmulo son mencionadas por Homero en su Ilíada (hacia el 750 a.C.) y en su Odisea (hacia el 720 a.C.), y por Hesíodo hacia el 700 a.C.; según Burnham, fueron observadas en conexión con las estaciones agrícolas de esa época. También en la Biblia se encuentran tres referencias de las Pléyades.
Las Pléyades también son conocidas como las “Siete Hermanas”; según la mitología griega, siete hermanas y sus padres. Su nombre japonés es “Subaru”, que ha sido tomado para bautizar a los automóviles del mismo nombre. El nombre persa es “Soraya”, por el cual fue nombrada la anterior emperatriz iraní. Los antiguos nombres europeos (por ejemplo, en inglés y en alemán) indican que alguna vez fueron comparadas con una “gallina y sus polluelos”. Otras culturas cuentan más historias diferentes de este cúmulo visible a simple vista. Los antiguos astrónomos griegos Eudoxus de Knidos (c.403-350 a.c.) y Aratos de Fainimena (c. 270 a.c) las colocaron en sus listas como una constelación: “Las arracimadas”. Esto también está contado por Admiral Smyth en su “Catálogo Bedford”.
Burnham apunta que el nombre “Pléyades” puede derivarse tanto de la palabra griega para “navegar”, o de la palabra “pleios” que significa “lleno” o “mucho”. El autor de este artículo prefiere la idea de que el nombre puede ser derivado del de su madre mitológica, Pleione, el cual es también el nombre de una de sus estrellas más brillantes.
Según la mitología griega, las principales estrellas visibles reciben sus nombres de las siete hijas de Atlas, el padre, y de Pleione, la madre: Alcyone, Asterope (una estrella doble, también llamada a veces Sterope), Electra, Maia, Merope, Taygeta y Celaeno. Bill Arnet ha creado un mapa de las Pléyades con los nombres de las estrellas principales. Estas estrellas también están etiquetadas en una imagen de UKS que aparece en esta página. Véase también nuestro mapa de las Pléyades.
En 1767, el reverendo John Michell utilizó a las Pléyades para calcular la probabilidad de encontrar un grupo así de estrellas en cualquier lugar del cielo por alineamiento fortuito, y encontró que era de 1/496 000. Por lo tanto, y como existen más cúmulos similares, concluyó correctamente que deberían ser grupos físicos (Michell, 1767).
El 4 de marzo de 1769 Charles Messier incluyó a las Pléyades como el No. 45 en su primera lista de nebulosas y cúmulos estelares, publicado en 1771.
Hacia 1846, el astrónomo alemán Mädler (1794-1874), trabajando en Dorpat, notó que las estrellas de las Pléyades no mostraban un movimiento propio mensurable con respecto unas de otras; a partir de ésto, concluyó audazmente que formaban un centro inmóvil de un sistema estelar mayor, con la estrella Alcyone en su centro. Esta conclusión debía ser, y lo fue, rechazada por otros astrónomos, en especial Friedrich Georg Wilhelm Struve (1793-1864). Sin embargo, el movimiento propio común de las Pléyades era prueba de que se movían en el espacio como un grupo, y un dato más de que formaban un cúmulo físico.
Las fotografías de larga exposición (y también las de razón focal corta, es decir, una corta longitud focal comparada con sus aperturas, telescopios de “campo rico” de calidad considerablemente buena, especialmente los buenos binoculares) han revelado que las Pléyades están aparentemente inmersas en un material nebuloso, que resulta obvio en nuestra imagen, la que fue tomada por David Malin con el Telescopio Smidt del Reino Unido, y cuyos derechos pertenecen al Observatorio Real de Edimburgo y al Observatorio Anglo-Australiano.
Las nebulosas de las Pléyades son de color azulado, lo que indica que son nebulosas de reflexión, reflejando la luz de las brillantes estrellas que se encuentran cerca o dentro de ellas. La más brillante de estas nebulosas, la que se encuentra alrededor de Merope, fue descubierta el 19 de octubre de 1859 por Ernst Wilhelm Leberecht (Wilhelm) Tempel en Venecia, Italia, con un refractor de 4 pulgadas; está incluida en el NGC con el número 1435. Leos Ondra ha hecho que la biografía de Wilhem Tempel esté disponible on-line, junto a un dibujo de la Nebulosa Merope, y ha aceptado incluirla en esta base de datos. La extensión a Maya fue descubierta en 1875 (es NGC 1432), la nebulosa alrededor de Alcyone, Electra, Celaeno y Taygeta en 1880. La complejidad total de las Pléyades fue revelada por las primeras astrocámaras, es decir, aquellas de los hermanos Henry en París y de Isaac Roberts en Inglaterra, entre los años 1885 y 1888. En 1890, E. E. Barnard descubrió una concentración tipo estelar de materia nebulosa muy cerca de Merope, la que fue incluida en el IC como IC 349. El análisis del espectro de las nebulosas de las Pléyades por Vesto M. Slipher en 1912 reveló su naturaleza como nebulosas de reflexión, ya que sus espectros son copias exactas de los espectros de las estrellas que las iluminan.
Se puede hallar más información en nuestra tabla de las principales estrellas de las Pléyades y la correspondiente nebulosidad con los números de catálogo.
Físicamente, la nebulosa de reflexión es probablemente parte del polvo de una nube molecular, sin relación con el cúmulo de las Pléyades, que por azar se cruza en el camino del cúmulo. No es un remanente de la nebulosa a partir de la cual se formó el cúmulo, como se puede ver por el hecho de que la nebulosa y el cúmulo poseen velocidades radiales diferentes, cruzándose la una con el otro a una velocidad relativa de 11 kilómetros por segundo.
De acuerdo con nuevos cálculos publicados por un equipo de Ginebra integrado por G. Meynet., J. C. Mermilliod y A. Maeder en Astronomy & Astrophysics, Suppl. Ser. 98, 477-504, 1993, la edad del cúmulo de las Pléyades es de unos 100 millones de años. Esto es considerablemente más que las anteriormente publicadas de 60 a 80 millones de años (por ejemplo, el Catálogo Celeste 2000 da 78 millones de años). Se ha calculado que las Pléyades tienen una expectativa de vida futura como cúmulo de solamente unos 250 millones de años (Kenneth Glyn Jones); después de éso, se habrán dispersado como estrellas individuales (o múltiples) a lo largo de su camino orbital.
La distancia al cúmulo ha sido determinada nuevamente por mediciones directas de paralaje por el satélite astrométrico Hipparcos de ESA; según esas medidas, las Pléyades se encuentran a una distancia de 380 años luz (previamente, se había asumido una distancia de 408 años luz). Este valor habría requerido una explicación para las comparativamente bajas magnitudes de las estrellas del cúmulo. Sin embargo, investigaciones subsecuentes realizadas con el Telescopio Espacial Hubble y los observatorios de Monte Palomar y de Monte Wilson demostraron que la distancia de Hipparcos es probablemente muy pequeña: con mediciones más precisas, la distancia se estableció en 400 +/- 6 años luz.
La clasificación de Trumpler para las Pléyades de II,3,r (Trumpler, según Kenneth Glyn Jones) o I,3,r,n (Götz y el Catálogo Celeste 2000), lo que significa que aparece separado, y fuerte o moderadamente concentrado hacia su centro, sus estrellas cubren un amplio rango de brillos, y es rico (tiene más de 100 miembros).
Algunas de las estrellas de las Pléyades rotan muy rápidamente, a velocidades de entre 150 a 300 kilómetros por segundo en sus superficies, lo que es común entre estrellas de la secuencia principal de ciertos tipos espectrales (A y B). Debido a esta rotación, deben ser cuerpos achatados por los polos más que esféricos. La rotación puede ser detectada porque lleva a líneas de absorción ensanchadas y difusas, ya que algunas zonas de la superficie se acercan a nosotros en un lado, mientras que por el otro lado se alejan, relativas a la velocidad radial media de la estrella. El ejemplo más notable para una estrella en rápida rotación en este cúmulo es Pleione, la que también varía su magnitud entre 4,77 y 5,50 (Kenneth Glyn Jones). Espectroscópicamente, se observo que entre los años 1938 y 1952, Pleione eyectó una cáscara de gas a causa de su rotación, como había sido predicho por O. Struve.
Cecilia Payne-Gaposhkin menciona que las Pléyades contienen algunas estrellas enanas blancas. Estas estrellas generan un problema específico de evolución estelar: ¿Cómo pueden existir enanas blancas en un cúmulo tan joven?. Como no hay únicamente una, es casi seguro que estas estrellas son miembros originales del cúmulo, y no estrellas del campo general que hayan sido capturadas (un procedimiento que de cualquier manera no funciona muy bien en cúmulos abiertos bastante dispersos).
A partir de la teoría de evolución estelar, tenemos que las enanas blancas no pueden tener masas mayores a unas 1,4 masas solares (el límite de Chandrasekhar), ya que si fueran más masivas colapsarían debido a su propia gravedad. Pero las estrellas con tan poca masa evolucionan tan lentamente que les toma miles de millones de años llegar a ese estado final, y no únicamente los 100 millones de años del cúmulo de las Pléyades.
La única explicación posible parece ser que estas enanas blancas fueron alguna vez estrellas masivas que evolucionaron rápidamente, pero que debido a alguna razón (tal como fuertes vientos estelares, pérdida de masa hacia vecinas cercanas, o rápida rotación) perdieron buena parte de su masa. Posiblemente pudieron, en consecuencia, perder otro porcentaje considerable en una nebulosa planetaria. De cualquier manera, los objetos remanentes (que fueron previamente los núcleos de las estrellas) llegaron a estar por debajo del límite de Chandrasekhar, de modo que pudieron ingresar en el estable estado de enana blanca en que las observamos ahora.
Nuevas observaciones de las Pléyades realizadas desde 1995 han revelado varias candidatas para un tipo exótico de estrellas, o cuerpos estelares, las así llamadas Enanas Marrones. Se cree que estos hasta ahora hipotéticos objetos tienen una masa intermedia que se ubica entre la de los planetas gigantes (como Júpiter) y las estrellas pequeñas (la teoría de estructura estelar indica que las estrellas más pequeñas, es decir, los cuerpos que producen energía por fusión en algún momento de sus vidas, deben tener por lo menos entre un 6 y un 7 por ciento de masa solar, o sea unas 60 a 70 masas Júpiter). De modo que las enanas marrones deberían tener de 10 a 60 veces la masa de Júpiter. Se asume que serían visibles en la luz infrarroja, deberían tener un diámetro más o menos igual al de Júpiter (143 000 kilómetros), y una densidad 10 a 100 veces mayor que la Júpiter, ya que su mucho mayor gravedad las comprime más fuertemente.
Aún a simple vista y en condiciones modestas, las Pléyades se encuentran bastante fácilmente, a unos 10 grados al noroeste de la brillante estrella gigante roja Aldebarán (87 Alfa Tauri, magnitud 0,9, tipo espectral K5 III). Aparentemente rodeando a Aldebarán se encuentra otro igualmente famoso cúmulo abierto, las Hyades; se sabe que Aldebarán es una estrella no-miembro del grupo que se encuentra en primer plano (a 68 años luz de distancia, comparados con los 150 años luz de las Hyades).
El cúmulo es un gran objeto visto con binoculares y telescopios de campo ancho, mostrando más de 100 estrellas en un campo de 1,2 grados en diámetro. Con telescopios, frecuentemente resulta demasiado grande como para ser vista en un único campo de vista en magnificación mínima.
El cúmulo contiene un número de estrellas dobles y múltiples. La Nebulosa Merope NGC 1435 requiere un cielo oscuro y se ve mejor con un telescopio de gran campo (Tempel la descubrió con un telescopio de 4 pulgadas).
Como las Pléyades están situadas cerca de la eclíptica (a apenas 4 grados de ella), las ocultaciones del cúmulo por parte de la Luna son frecuentes; es un espectáculo muy atractivo, especialmente para los aficionados con equipamiento no muy caro (en realidad, se la puede ver a simple vista, pero aún los binoculares y telescopios más pequeños aumentarán el placer de la observación - la ocultación de las Pléyades de marzo de 1972 fue una de las primeras experiencias astronómicas de aficionado del autor de este artículo). Tales eventos demuestran las relaciones de los tamaños aparentes de la Luna y del cúmulo: Burnham apunta que la Luna puede estar “insertada en el cuadrángulo formado por” Alcyone, Electra, Merope y Taygeta (Maia, y posiblemente Asterope, estarán ocultas en esta situación). También los planetas se acercan al cúmulo de las Pléyades (Venus, Marte, e incluso Mercurio pasan ocasionalmente a través de él) para ofrecer un espectáculo notable.
Como se menciona en la descripción de la Nebulosa de Orión M42, resulta algo extraño que Messier agregara las Pléyades (junto a la Nebulosa de Orión M42/M43 y el cúmulo de Praesepe M44) a su catálogo, y probablemente ésto permanecerá como objeto de especulación.
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